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La Locura del Quijote
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
Miguel de Cervantes Saavedra

Introducción

En este trabajo de investigación sobre una de las obras más destacadas de Miguel de Cervantes, "Don Quijote de la Mancha", nos proponemos intentar dar respuestas a algunos de los interrogantes que se le pueden plantear a todos aquellos que lean este libro por primera vez.

El tema elegido e investigado es "La locura de don Quijote" y para poder trabajar con él procuramos dar respuesta a preguntas tales como:¿Está realmente loco don Quijote?, ¿Desde que punto de vista se puede afirmar que está realmente loco don Quijote?.

Es nuestro deseo que, a través de este trabajo, se pueda expresar claramente la idea que queremos presentar:

"... Y así, del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores y disparates imposibles; y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones que leían, que para él no había otra historia más cierta en el mundo...".

En definitiva, la hipótesis a demostrar es la siguiente: don Quijote se vuelve loco por la lectura de las novelas de caballería, o sea, esa actividad le ocasiona una privación del juicio o del uso de la razón. Se lo puede calificar como un "loco entreverado", o sea, que sólo desatina cuando se refiere a su manía y es perfectamente cuerdo en las demás circunstancias.

Desorallo

Miguel de Cervantes produce esta obra, con el fin ya declarado en el prólogo de acabar con los libros de caballería: "todo él es una invectiva contra los libros de caballerías" y ese fue siempre su objetivo principal: "pues no ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías, que, por las de mi verdadero don Quijote van ya tropezando, y han de caer del todo, sin duda alguna". Con ello Cervantes se inscribe en la corriente culta de protestas contra la "mal fundada máquina" de los disparates caballerescos, con la diferencia que su parodia sí terminaría erradicándolos pese a la gran difusión que los Amadises, Palmerines o Belianises habían alcanzado durante el siglo XVI. Para lograrlo, utiliza un diseño paródico genial basado en la locura del protagonista: "El quijote" nos cuenta la historia de un hidalgo aficionado a leer libros de caballerías que se vuelve loco, le da por creer que es un caballero andante y sale de su aldea tres veces en busca de aventuras, que son auténticas locuras; hasta que obligado a regresar a su casa, enferma, recobra el juicio y muere cristianamente.

De esta forma, este libro le permite a Cervantes sumarse a las denuncias de moda e inscribirse en la abundante literatura del Renacimiento sobre la locura (Erasmo: "Elogio de la locura"; Huarte: "Examen de ingenios"; Arisosto: "Orlando furioso", etc.) Hay, además noticias de esa época de personas reales a quienes los libros los llevaron a la locura. Alonso López Pinciano, en su "Filosofía antigua poética" (1596), cuenta que un amigo suyo, leyendo la muerte de Amadís, quedó largo tiempo inconsciente; y en ciertos cartapacios de Don Gaspar Galcerán de Pinós, conde de Guimerá, se explica que en el año 1600 un estudiante de Salamanca "en lugar de leer sus liciones, leía en un libro de caballerías, y como hallase en él que uno de aquellos famosos caballeros estaba en aprietos por unos villanos, levantóse de donde estaba, y empuñando un montante, comenzó a jugarlo por el aposento y esgremir en el aire, y como lo sintiesen sus compañeros, acudiendo a saber lo que era, y él respondió:-Déjenme vuestras mercedes, que leía esto y esto, y defiendo a este caballero:¡qué lastima!¡cuál le traían estos villanos!".

Así, en un principio, don Quijote está rematadamente loco: "se le secó el celebro, de manera que vino a perder el juicio", si bien no se trata de una esquizofrenia general, sino más bien de una monomanía tocante al mundo caballeresco ("tenía buen entendimiento y buen discurso en todas las cosas que trataba, le hubiese perdido tan rematadamente, en tratándole de su negra y pizmienta caballería"), que deja espacio para la cordura: "no le sacarán del borrador de su locura cuantos médicos y buenos escribanos tiene el mundo: él es un entreverado loco, lleno de lúcidos intervalos".

Su locura estriba exclusivamente en dos conclusiones falsas: 1era, que todo cuanto había leído en aquellos fabulosos y disparatados libros de caballerías era verdad histórica y fiel narración de hechos que en realidad ocurrieron y de hazañas que llevaron a término, auténticos y reales caballeros en tiempo antiguo; 2da, que en su época (principios del siglo XVI) era posible resucitar la vida caballeresca de antaño de los libros de caballerías y mantener los ideales medievales de justicia y equidad.

La manifestación de la locura de don Quijote se dará con total plenitud cuando llegue a poner en práctica las fantasías que bullen dentro de su cabeza. Fantasías del tipo de las de don Quijote, las podemos llevar todos dentro de nosotros, e incluso recrearnos en ellas , aún sabiendo que se tratan de vanas imaginaciones; pero el hecho de darles salida exteriorizándolas y de actuar de acuerdo con ellas convierte las fantasías en auténticas locuras, y esto es lo que hace don Quijote a partir del primer capítulo de la novela.

La locura de don Quijote como asunto narrativo corría el riesgo de convertirse en una payasada -como es el "Entremés de los romances", que pudo inspirar a Cervantes-, si no se le daba una aspiración superior, y ello Cervantes lo solucionó magníficamente con la creación de Dulcinea del Toboso. A diferencia de Orlando (protagonista de "Orlando Furioso"), quién enloqueció debido a los desdenes de Angélica la Bella, don Quijote perdió el juicio leyendo. Al primero el amor lo llevó a la locura, al segundo la locura lo llevó al amor; puesto que al hacerse caballero andante don Quijote se vio precisado a buscar además de sus armas y de su caballo, "...una dama de quién enamorarse, porque el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma".

El amor es, entonces, una exigencia derivada de la locura caballeresca, y ante esta necesidad don Quijote escoge por dama suya "a una moza labradora de muy bien parecer, de quién él anduvo un tiempo enamorado, aunque, según se entiende, ella jamás lo supo, ni le dio catadello", que se llamaba Aldonza Lorenzo, nombre que el presunto caballero sustituyó por el de Dulcinea del Toboso, pues ella vivía en el lugar así llamado. Desde ese momento ella queda convertida en una princesa, muy bella que reside en alcázares o palacios.

Desde el punto de vista médico, don Quijote es un paranoico magníficamente retratado. Esta enfermedad mental se caracteriza por concepciones delirantes sistematizadas, de curso progresivo, con síntomas como egocentrismo y susceptibilidad. La locura de don Quijote no ofrece siempre las mismas características, y va evolucionando en el transcurso de la novela, en la que manifiesta tres partes principales.

La primera salida de don Quijote(I, 1-5) tiene peculiaridades tan propias que podrían corroborar la hipótesis de que Cervantes ideó primeramente una especie de "novela ejemplar", y que luego la amplió en una narración larga. El caballero sale al campo la primera vez por la puerta falsa de un corral, para que nadie lo viese y para no mostrar sus intenciones, lo que revela la inseguridad que tenía en su proyecto en un principio. Más tarde, él acepta consejos y aún instrucciones de el ventero, con humildad de discípulo. Así, para proteger su ilusión, tanto del mundo exterior como del interior, en esta primera salida comienza a desfigurar la realidad que se le ofrece a los ojos, acomodándola a las fantasías que ha leído en los libros de caballerías, y cuando ve una venta cree que es un castillo, el toque de cuerno de un porquero se le antoja el aviso dado por un enano, toma por dos "fermosas doncellas" a unas mujeres que no eran ni bellas ni nobles y al ventero por castellano. La vulgaridad de lo más corriente y cotidiano se transforma en el ideal de los libros de caballerías, debido exclusivamente a la imaginación exaltada del loco. Esta característica se mantendrá en la primera parte del Quijote.

Pero en los cinco capítulos iniciales don Quijote no sólo transforma lo que perciben sus sentidos, sino que sufre constantes cambios imaginarios de su personalidad. Como don Quijote sale de su aldea soñando en la futura gloria; como tal se presenta en la venta, es armado caballero, redime al mozo Andrés e interpela a los mercaderes. Pero al quedar tendido en el suelo, apaleado por éstos, cree que es Valdovinos, un personaje del romancero, y así lo encuentra su vecino Pedro Alonso, y luego se imagina que es Abindarraéz y más adelante Reinaldos de Montalbán. Tales desdoblamientos de la personalidad no vuelven a darse en la novela, en la que, después de esta primera salida, don Quijote siempre será don Quijote.

La segunda salida ocupa el resto de la primera parte(I, 7-52). La compañía de Sancho Panza da el tono inconfundible de la novela.

Don Quijote tenía que hablar, que razonar, que convencer, que enseñar e incluso que discutir con un constante compañero, para que así pudiéramos conocer su pensamiento y para evitar los monólogos que Cervantes se había visto necesitado a recurrir en los primeros capítulos. Sancho será en esta segunda salida, el encargado de advertir a don Quijote del engaño de sus sentidos y de hacerle ver que las maravillas que imagina su cerebro no son reales. Don Quijote, como ya dijimos, ya no desdobla su personalidad, pero desfigura la realidad que le circunda cuando es posible acomodarla al mundo fabuloso de los libros de caballerías. Éste se halla ante molinos, rebaños, ventas, etc, y los transforma en gigantes, ejércitos y castillos; pero Sancho ve la realidad tal cual es y se esfuerza en hacer ver a su amo su error. Pasada la aventura, cuando don Quijote ha sido despedido por las aspas del molino o apedreado por los pastores de rebaños, aceptará la realidad a base de trasmudarla al plano de la fantasía: eran, en verdad, gigantes y ejércitos pero los encantadores los han convertido en molinos y en rebaños.

El mito de los encantadores es fundamental y constante en todo el Quijote, y sin ellos no tan sólo se desmoronaría la lógica y la verosimilitud de la novela, sino que don Quijote experimentaría, además del fracaso real, el fracaso ideal. Durante toda su vida de caballero don Quijote llevó en su alma la duda acerca de su condición, un poderoso enemigo interior con el cual luchó constantemente, el cual acabó por vencerlo y quitarle el gusto de vivir: "...cuanto fue de pesadumbre para Sancho no llegar a poblado, fue de contento para su amo dormirla al cielo descubierto, por parecerle que cada vez que esto le sucedía era hacer un acto posesivo que facilitaba la prueba de su caballería".

Buena parte de su energía se gasta en esta lucha interior que a veces se expresa exteriormente en estados de enojo y preocupación. Así, cuando Sancho testigo del desenlace del episodio de Dorotea, le revela que la princesa Micomicona, es una simple dama, y Dorotea deseosa de continuar con el engaño se confirma en su papel de princesa, Don quijote amonesta a Sancho en términos de gran dureza, que revelan su estado de desorientación y aturdimiento: "Ahora te digo Sanchuelo, que eres el mayor bellacuelo que hay en España. Díme, ladrón, vagamundo, ¿no me acabas tú de decir ahora que esta princesa se había vuelto en una doncella que se llamaba Dorotea, y que la cabeza que entiendo corté a un gigante era la puta que te parió, con otros disparates que me pusieron en la mayor confusión que jamas he estado en todos los días de mi vida?". Y mucho más adelante, cuando los duques lo reciben con todo el ceremonial que en sus lecturas había visto aplicado a los caballeros andantes, dice Cervantes: "Y aquel fue el primer día que de todo en todo conoció y creyó ser caballero andante verdadero y no fantástico".

En conclusión, en la segunda salida el protagonista de esta novela desfigura la realidad, pero los que lo rodean, en primer lugar Sancho, lo contradicen, aunque hay algunas excepciones, como son el episodio de los cueros de vino, en el que el escudero busca la cabeza del gigante que ha matado a su amo, y toda la farsa de Dorotea-Micomicona y del carro de bueyes encantado, elementos en los que ya aparece la técnica normal de la tercera salida.

Esta tercera salida, que ocupa toda la segunda parte de la novela, se caracteriza porque en ella los sentidos jamás engañan a don Quijote. Las ventas son siempre ventas, y no castillos, y cuando ve un palacio y mora en él, es un palacio efectivamente, residencia de los duques. En esta, don Quijote no es engañado por sus sentidos, sino por los que lo circundan. Sancho le hace creer que tres labradoras son tres encumbradas damas y que una de ellas es su amada Dulcinea. A su vez, los duques organizan toda suerte de farsas para reírse de él. Don Quijote vivirá inmerso en el mundo lujoso y fantástico de los libros de caballerías: acudirán a él mujeres para que socorra a doncellas inválidas, montará en un fabuloso caballo volador(el Clavileño), despertará un apasionado amor en el corazón de una doncella.

Don Quijote sale de su lugar de la Mancha en busca de las aventuras, de sucesos extraordinarios propicios para las actitudes caballerescas y heroicas. En la Mancha no ocurre absolutamente nada, en Aragón, la realidad sigue siendo igual y el ambiente continúa no apropiado para las aventuras; pero el ingenio de los que lo rodean lo transforma en un mundo caballeresco y fantástico.

Pero en cuanto pisa Cataluña, la aventura hace aparición en la novela. Rodean a don Quijote bandoleros de verdad, de carne y hueso, hombres que viven fuera de la ley, llevando una vida dura y peligrosa. Luego, en un solo capítulo(II, 60) se derrama sangre dos veces en el Quijote: la de don Vicente Torrellas y la de un bandolero insolente a quien Roque "le abrió la cabeza casi en dos partes". Hasta ahora jamás habían ocurrido sucesos de este tipo y de tan real gravedad.

En Barcelona, cuando don Quijote y Sancho van a visitar la galera se produce un hecho extraordinario: el vigía hace señas de alarma, pues un bergantín turco se halla próximo a la costa, y la galera en la que están los visitantes se hace a la mar en su captura. Los turcos disparan sus escopetas y matan a dos soldados españoles, pero el bergantín es apresado. Por primera vez en su vida, don Quijote ha oído disparos bélicos y ha presenciado una batalla. Desde que entró en Cataluña las aventuras , tan buscadas se han ofrecido a don Quijote. Pero se advierte que mientras éste estuvo entre los bandoleros su figura se eclipsó ante el temor y que en cuanto se hallo metido en una batalla naval, su voz se calló, quedó inmóvil y no cometió ninguna de sus locuras, ahora que la suerte le brindaba una ocasión auténtica para demostrar su fuerza y valentía.

En cuanto aparece la aventura y los peligros desaparece don Quijote, por la sencilla razón de que él es una falsedad; que no es caballero ni fuerte.

La locura de Quijote, como hemos visto, sólo afecta a la literatura caballeresca y por lo tanto, jamás roza nada que pueda estar en pugna con la religión cristiana. Don Quijote "a pesar de su locura fue un cristiano ejemplar", como sin duda era el propio Cervantes.

Éste ultimo perfiló milimétricamente cada matiz de ese enloquecimiento, para explotarlo novelísticamente de forma magistral. No se trata de una situación estática, sino de un proceso complicadísimo, un "proyecto consciente de vida": la empresa caballeresca se planifica detenidamente y se asume con decisión ("Yo sé quién soy -respondió don Quijote-; y sé que puedo ser no sólo los que he dicho, sino todos los Doce Pares de Francia, y aun todos los Nueve de la Fama"); tramada casi racionalmente y la supuesta locura evoluciona de forma lógica (primera salida: se desfigura la realidad; segunda salida: la realidad se acomoda al mundo caballeresco; tercera salida: se asume un mundo encantado por los demás).

Para analizar mejor su demencia es necesario entender los cuatro universos que constituyen la estructura paródica de la obra:

a)El intramundo: es lo que don Quijote cree ser y lo que quiere hacer de sí mismo y de los que con él conviven. Se basa en los ideales caballerescos.

b)El extramundo: es la realidad objetiva que amenaza con destruir el intramundo. Se fundamenta en la relación personal y en las experiencias sobre otras formas de vida y otros lugares.

c)El mundo transformado: nace del mundo interior de don Quijote, esta entre el mundo interior del loco y el exterior y le permite preservar su mundo interior de la realidad. Se fundamenta en el encantamiento.

d)El mundo fingido: es el mundo de las apariencias organizadas para influir sobre el héroe. Se fundamenta en el engaño.

Una de las razones por las que el autor de esta obra recurre a la locura de don Quijote puede ser para garantizarle a su héroe la más absoluta forma de libertad. Cervantes había pasado cinco largos años de cautiverio en Argel, lo que agudizó, sin duda, su sentido de la libertad de forma radical, hasta convertirla a sus ojos en el bien más preciado: "la libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres". En ello coincide con el pensamiento de los humanistas, y nuestro novelista otorga una libertad básica al ser humano, tanto a nivel individual (don Quijote, Marcela, Roque Guinart, etc.), como colectivo, más allá de instituciones y gobiernos ("Ésta es cadena de galeotes, gente forzada del rey, que va a las galeras. -)Cómo gente forzada? -preguntó don Quijote-. )Es posible que el rey haga fuerza a ninguna gente?"), poniendo así en tela de juicio el absolutismo imperante en su tiempo.

Finalmente, en el último capítulo, don Quijote vuelve a la cordura.

Cuando esto sucede, sus amigos, acostumbrados a sus delirios, se empiezan a dar cuenta, pero lo continúan considerando loco, a pesar de que lo que dice es perfectamente coherente. Es interesante este desentendimiento entre don Quijote y sus amigos ya que ellos no comprenden sus razonamientos, como cuando su sobrina lo escucha exclamar: "Bendito sea el poderoso Dios, que tanto bien me a hecho. En fin sus misericordias no tienen límite, ni las abrevian ni impiden los pecados de los hombres" .

Esta plegaria de agradecimiento a Dios por haberlo vuelto a la cordura, es la de un hombre que se considera mentalmente sano y que reconoce a Dios como dador de la vida, y por consiguiente, de la capacidad mental. Pero también, y quizás inconscientemente por parte de don Quijote, es un agradecimiento a la gran aventura de su vida, a la posibilidad que le dio Dios de por largos años haber sido un loco, que luchó por la realización de sus sueños, se la jugó por sus ideales, y no flaqueó en los momentos difíciles sino que siempre mantuvo el espíritu caballeresco, hasta el momento de su muerte.

Podemos hacer una comparación de la vida de don Quijote con la de un hombre cualquiera: En un inicio, don Quijote se vuelve loco, como podría decirse de un joven idealista y de sus sueños y utopías. Luego de largos años de experiencias, tropiezos y desengaños, don Quijote vuelve a la realidad, tal como sería el sentar cabeza, para inmediatamente después morir, es decir, perder el sentido de la existencia. Es por esto que cuando don Quijote vuelve a la vida de una persona cuerda, lo que para los otros es una indicación de que la muerte se aproxima, reniega de los libros de caballería y lamenta su locura, afirmando:

"Yo ya no soy don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano, a quien mis costumbres me dieron renombre de Bueno. Ya soy enemigo de Amadís de Gaula y de toda la infinita caterva de su linaje; ya me son odiosas todas las historias profanas de la andante caballería; ya conozco mi necedad, y el peligro en que me pusieron haberlas leído; ya por misericordia de Dios, escarmentando en cabeza propia, las abomino."

Don Quijote se arrepiente de haber estado ensimismado en sus ideales, de hecho, no permite a ninguno de sus cercanos que se relacione con alguien como él. En su testamento lo señala claramente"es mi voluntad que si Antonia Quijana, mi sobrina, quisiese casarse, se case con hombre de quien primero se haya hecho información que no sabe que cosas sean libros de caballerías; y en caso se averigüe que lo sabe, y con todo eso mi sobrina quisiese casarse con él y se casare, pierda todo lo que le he mandado.", reconoce así, que su locura había sido producto de la excesiva lectura de las novelas de caballerías.

Conclusión

En conclusión, la hipótesis ha quedado demostrada: don Quijote se vuelve loco por la lectura de las novelas de caballerías y hasta él mismo lo admite antes de su muerte. Sin embargo, la mayoría de los lectores siente ternura o incluso se identifica con él: es un loco que actúa de buena fe, que quiere hacer el mundo más justo, que lucha por el bien y el amor. Y, a su vez, en realidad estamos ante un loco peligroso, un desequilibrado que agrede, causa heridas a veces casi la muerte, libera a peligrosos delincuentes y que se permite la licencia de hacer el mundo como a él le gustaría que fuese, ya sea por huir de la decadencia económica en la que vive o de su propia frustración. Es precisamente esa capacidad de crear el mundo a la medida de sus deseos lo que provoca tanta admiración por este personaje y hoy en día, un "quijote" sería alguien que quiere cambiar el mundo, idealista y, a fin de cuentas, bondadoso, en un mundo egoísta, duro y a menudo cruel.
Sources: Text - Joaquin Czikk, Matias Margullies (Monografias.com). Para más información lee el libro.

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