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Evolución de Don Quijote
El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
Miguel de Cervantes Saavedra

Evolución de Don Quijote a través de los capítulos: VIII (1ª parte), XLV (1ª parte), XXVI (2ª parte), LXXIV (2ª parte).

Antes de sacar una conclusión, me gustaría marcar ciertos puntos de cada capítulo en particular.

Primera Parte.

Capítulo VIII. En este capítulo tan famoso, vemos la famosa aventura de nuestro hidalgo y los molinos de viento, el clásico símbolo quijotesco del encuentro entre la realidad y el idealismo (pasa lo mismo entre Don Quijote–el idealista–y Sancho–el realista).

Habría que decir que en este capítulo la sanchificación del Quijote aún no comienza, el aún es 100% Quijote, y vive en una realidad paralela, alejada de la nuestra. Además, tiene frescos en su cabeza sus aprendizajes acerca de los caballeros (que usa continuamente) y su realidad propia (o sea, en este momento la realidad que se autoinventa Don Quijote es muy concreta – para él –, muy sólida).

Hay ciertos detalles en el capítulo que ejemplificarían esto:

- La razón que le da Don Quijote a Sancho acerca de su vencimiento por los gigantes: "Las cosas de guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza…y es así verdad, que aquel sabio Frestón que me robó el aposento y los libros ha vuelto estos gigantes en molinos, por quitarme la gloria de su vencimiento". PURA FICCIÓN.

- La nueva lanza que forma de una rama seca.

- Los golpes que propina al fraile inocente.

- La almohada que emplea el vizcaíno como escudo (y la creación de Don Quijote de un archienemigo. Así como necesita un interlocutor, todo héroe necesita de un malvado a quien atormentar).

Capítulo XLV. "No sólo no es bacía de barbero, pero está tan lejos de serlo como está lejos lo blanco de lo negro y la verdad de la mentira". Esta frase dice el barbero, aunque en tono de burla, pero es muy relevante en lo que respecta a la novela completa. La distancia entre la verdad y la mentira, es una línea muy fina; es decir, no pienso que la verdad y la mentira están tan lejos como el barbero dice. Sin embargo, se podría decir que lo que dice el barbero es otra cosa: la distancia entre la verdad y la mentira–o la entre la realidad y la ficción–es tan grande como la entre el blanco y el negro. Y el mundo que se crea Don Quijote es un mundo lleno de tintes de gris (color ideal para mostrar la confusión).

En este capítulo, la inventiva de Don Quijote aún es grande, pero ya comienza a chocar con la realidad de los demás. Él no lo nota, y los que están a su alrededor – a excepción de Sancho – se burlan de él por ello; cosa que sucederá, de ahora en más, numerosas veces en el texto.

Segunda Parte.

Capítulo XXVI. Obviamente nuestro caballero andante que "lee mucho y anda mucho" no sabe mucho de los retablos y el teatro, porque destruye el retablo y las figuras. Claro, el problema particular de él es que Don Quijote todavía no puede distinguir entre los personajes reales (históricos) y los ficticios (que se ve también en el III con lo de Ulises).

Sin embargo, ahora él es diferente (pero todavía no está sano); justamente lo extraordinario es que Don Quijote ofrece a pagar por lo que destruyó, lo que muestra que él sabe que hizo algo incorrecto. Entonces, lo que tenemos es un hombre que hace algo sin saber si es bueno o malo y solamente después de hacerlo puede comprender sus acciones.

Cuando Don Quijote comienza a entrar en cuenta de la realidad, en las acciones del personaje aparecen una especie de shocks de realidad y de alucinación. De pronto está en un lugar al que ve tal cual es, tiene un ataque de encantamiento, acciona con locura, tiene un shock de realidad, cae en cuenta de lo que realmente sucede y se siente realmente desconcertado, porque ve las consecuencias de sus cambios, del choque de sus mundos.

Me atrevería a decir que así como la novela presenta en general la confrontación de la realidad con el idealismo, en Don Quijote mismo se ve esa confrontación en el individuo, en el ser humano. Cuando una persona ansía algo o defiende ciertos ideales, y de pronto la cruda realidad le muestra que no obtendrá lo que quiere o que no hay cabida para ciertas maneras de ver las cosas, es natural que se pase por un estado de desilusión, e incomprensión. Y todo esto es aplicable, por ejemplo, a la representación del retablo de Maese Pedro. Pasada la momentánea alucinación de Don Quijote y el asalto a los títeres del retablo, todo vuelve a la normalidad. Don Quijote paga los daños ocasionados a Maese Pedro e invita a cenar a todos los de la venta. Ese dinero, por así decirlo tiene como función cubrir la realidad dolorosa y la vergüenza de aquel momento de alucinación (como antes dijimos, Don Quijote cuando se da cuenta de lo que ha hecho, se avergüenza).

Capítulo LXXIV. Para este capítulo, el último, Don Quijote se encuentra enfermo y realista. Justamente, quizá lo primero sea consecuencia de lo último: Don Quijote enferma y muere porque matan su mundo, el mundo en el que él habita, y sólo queda con vida Alonso Quijano, quien no tiene motivaciones vitalicias. Se ve aquí, cuando Don Quijote muere, que la novela nos muestra como en la mayor parte de las veces, la realidad del mundo exterior es tan fuerte que mata las ilusiones, las utopías.

Él dice expresamente, como ejemplo de su total sanchificación: "Yo fui loco y ya soy cuerdo: fui Don Quijote de la Mancha, y soy ahora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno". Es claro que Don Quijote ya no es más un idealista, ha vuelto por completo a la realidad, realmente no es Don Quijote, es el sencillo hombre cincuentón de la Mancha. Aquí cierra entonces, su proceso evolutivo de sanchificación.

Y aquí sucede, entonces, que Sancho pasa por uno de sus puntos cúlmines de quijotización (junto con los capítulos de Barataria), cuando dice a Don Quijote: "No se muere vuesa merced, señor mío, sino tome mi consejo, y viva muchos años: porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin más ni más, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolía. Mire, no sea perezoso, sino levántese de esa cama, y vámonos al campo vestidos de pastores, como tenemos concertado: quizá tras de alguna mata hallaremos a la señora Dulcinea desencantada, que no haya más que ver. Si es que se muere de pesar de verse vencido, écheme a mí la culpa, diciendo que por haber yo cinchado mal a «Rocinante» le derribaron; cuanto más vuesa merced habrá visto en sus libros de caballerías cosa ordinaria derribase unos caballeros a otros, y el que es vencido hoy ser vencedor mañana".

Cervantes, pensó muy minuciosamente cada partecita de ese enloquecimiento - desenloquecimiento, para escribir una completa novela de tantísimos capítulos acerca de ello. El libro entero es una larga evolución de un ser, bajo un "proyecto": la caballería. Sin embargo, me parece que la caballería no es más que una buena excusa de Cervantes para Don Quijote... El autor podría haberlo hecho enloquecer a través de diferentes cosas, y las realidades inventadas hubiesen sido distintas, pero se habría trasmitido el mensaje de Cervantes de cualquier manera: nosotros tenemos el poder de hacer de nuestra realidad un reflejo de nuestros sueños, de lo que queremos, ansiamos, sentimos, etc. La libertad es infinita.

Resumidamente, entonces, podríamos ordenar la evolución del personaje así (ya que se plantea muy lógicamente):

Primera Salida: se desfigura la realidad.

Segunda Salida: la realidad se acomoda al mundo caballeresco.

Tercera Salida: se asume un mundo encantado por los demás, que acaba con la imagen cuerda de un Quijote que ya no lo es más, y que es sólo un simple Alonso Quijano.

Yo creo que más que de un caso de locura, parece todo un procedimiento de Cervantes, con el mero fin lingüístico de ilustrar literariamente el problema de la realidad y de la ficción. Por eso aparecen tan cuidadosamente los acercamientos de Don Quijote a la realidad de Alonso Quijano. Pero si nos fijamos, las equivocaciones continuas no dependen siempre de la locura; al contrario, suelen tener siempre alguna explicación posible: son las circunstancias (el viento, cuando los molinos; el sol y la lluvia, en el caso del yelmo; etc.), el contexto caballeresco (retablo de Maese Pedro, estancia con los duques), las malas mañas de los demás (encantamiento de Dulcinea) o el sueño (cueva de Montesinos) los que traicionan la manera de ver el entorno que tiene el Quijote.

Por eso me gustaría decir que a Don Quijote, a lo largo de la novela, lo obliga todo su entorno a sanchificarse, a volverse cuerdo; y a medida que el tiempo transcurre, esto se hace más manifiesto. Y es al final, que la gente de su entorno que lo obligó a cambiar nota que la consistencia de la vida de Alonso Quijano estaba en Don Quijote, y que matando a uno han matado al otro.
Sources: Text - Gisele Jaquenod De Giusti (Monografias.com). Para más información lee el libro.

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